domingo, 7 de julio de 2013

Punto de quiebre


En algún momento de la vida lo aprendemos: 
remojar la champurrada el suficiente tiempo para que se llene de café pero retirarla en el instante exacto antes de que se produzca la tragedia de una taza llena de migas. 

Y esa es la clave: reconocer el punto de quiebre. 
De la champurrada (como vil carbohidrato) y de nuestra propia tolerancia (como cualidad humana). 

Y lograr la pericia de un impecable movimiento taza-boca antes del desmoronamiento. 
Y reconocernos como seres que necesariamente deben aprender a sortear las penas con flexibilidad: ni muy tiesos ni muy aguados.

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