martes, 2 de julio de 2013

De la violencia

Día difícil. Decido llenar mis vacíos y esquivar el tráfico con una hamburguesa. Saco la billetera con toda la libertad que me da el ser una mujer que se gana sus propios centavos ( aunque sean pocos). Como es esperado para nosotras, las gorditas golosas, pido el menú agrandado. Y un sundae.  "Libertades que me doy" -pensé-.Al momento de sentarme e hincarle el diente al magnífico carbohidrato, veo a la nena de unos 2 añitos que está en la mesa de atrás. Me sonríe y se me llenan de agua los ojos (me recuerda a una nena que tuve y amé alguna vez).
Se pasan 10 minutos y la nena llora. No quiere comer mas. La entiendo: le compraron una hamburguesa igual a la que me comía yo. Y, seguro, no le cabe más. La mamá la regaña, obligándola a comer. La nena llora mas fuerte.  "Nena, no llorés!"-exclama la madre, molesta-" Mirá que la gente va a creer que te estoy haciendo algo, no grités. Comé y no seás clavera". Se me subió la indignación y me cerró la garganta. Debí decir algo. Debí defenderla. Debí hablar. Pero no hice nada. Fuí cobarde. Me limité a verlas salir del restaurante con sus sobras de hamburguesa en mano. Traté de tragarme la impotencia con lo que me quedaba de Coca Cola, pero no pude.  El malestar sigue aquí en mi garganta. Y, de pronto, lo entiendo: Soy mujer.  Soy chapina. A mí también me enseñaron a tolerar la violencia y a callar.

Post dedicado a los vecinos de Cristina Siekavizza. 

Mayo 2013

No hay comentarios:

Publicar un comentario