domingo, 30 de junio de 2013

Los días de encierro


Los días de encierro te obligan a pensar.
A mí, estos días me han obligado a pensar en cómo todo puede cambiar en un solo minuto. 
Estando en un hospital, esta reflexión es inevitable.
Pienso también  en doña Leonor. 
La conocí anoche en la sala de espera de la emergencia. 
Ella también está cuidando a su nene. 
El mío tiene 14 años. El de ella, 49. 
Coincidimos y compartimos esta pena: y es que uno nunca deja de ser mamá.  
Mamá que cuida y putea y atiende.  Mamá.

Pienso en el largo listado de cosas que tengo pendientes. 
Objetivos y cargas que uno mismo se impone (gusto por sufrir, debería de llamarse) y en cómo, en estas circunstancias, todo pierde importancia. 
Increíble cómo la vida te recuerda cuáles deberían de ser tus prioridades.  
Citas por cumplir, uniformes por alistar,  deberes por hacer. 
Todas ellas obligaciones que, al final,valen 10 len (suspira con alivio). 
Cumplir con lo importante es lo que toca. 
Y lo importante es estar aquí, nada mas.

Pienso en los doctores y enfermeras.  
Tan serios y compuestos. 
Siempre con prisa y obligados a dar esperanza.  
Trabajar en estas circunstancias no es nada fácil.  
Ojalá todos ellos tengan unos brazos a donde ir a llorar cuando necesiten sentirse reconfortados (y es que uno siempre tiene unos brazos favoritos).

Pienso en el alivio que siento al saber que estoy a una sola llamada del apoyo incondicional. 
Oraciones, dinero, compañía, chocolates: lo que sea. 
Me compromete pensar que este es un apoyo inmerecido y que jamás podría retribuir(por mucho que quisiera). 
Pero lo agradezco. 
Enormemente.

Y pienso en la lluvia. 
Y en que quisiera estar en casa. 
Y en que mañana será otro día. Y en cómo los días de encierro nos obligan a pensar.

-3 de junio 2013-
Escribí este post mientras mi hijo Jorge Luis permanecía hospitalizado

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