domingo, 30 de junio de 2013

Lalicenciada: solo un apodo

"Es que la Licenciada nunca se estresa. Por eso no sabe lo que nosotros sufrimos"-me dijo, en tono de reproche.
La Licenciada. Suena a título de gran realeza.   

Título de admiración y respeto y prestigio y expectativa y sabiduría.
"No soy nada de eso", quiero decirles.
(Que si me estreso? Ja!)
Quiero decirles también que aquí no hay nada  digno de admirar. Nada digno de titular. 

Soy solo lalicenciada. Lalicenciada con minúsculas, así para que suene casual y no pierda la familiaridad. 
Lalicenciada, para que suene como un apodo.
Lalicenciada que llora inconsolablemente cuando no siente en su alma la paz que solo da la congruencia.
Lalicenciada desquiciada (hasta en rima) aquella que insiste en hacer cosas buenas que parecieran malas.
Lalicenciada que sufre aquellos días en los que el corazón no quiere despertarse y necesita un chocolate y una buena noticia para lograr salir de las chamarras.
Lalicenciada que, si se presenta repentina la oportunidad, evade cualquier confrontación emotiva escribiendo tonteras en su teléfono.
Lalicenciada que se equivoca y que solo tiene como opción el rectificarse cuando le es posible.
Lalicenciada que no sabe nada de la vida y que opta por seguir aprendiendo a medida que camina.
Lalicenciada con minúscula.
Esa se parece mas a mí. Sin duda.


Sábado 29 de junio 2013.

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