domingo, 4 de octubre de 2015

Que te den por muerto (invisible,parte 2)

Nada es peor que-estando vivo-te den por muerto. Muerto porque "sos un caso perdido" y seguramente "no hay nada mas que hacer". O porque no hay tiempo y no hay recurso.

Muerto porque-como fantasma-sos invisible ante el ojo ajeno y la indiferencia es un alud.

 

Hoy-mas que nunca-toca pensar en eso: en los aludes. De tierra y piedras o de indiferencia ante el sentir ajeno. En cómo hay cosas que preferimos no ver hasta que se convierten en tragedia.

 

Me atormenta pensar que, mientras me baño y cocino y compro y sonrío alguien espera ser rescatado bajo toneladas de lodo y piedras. Personas vivas. Personas enterradas. Toneladas de lodo y piedras y ellos seguro piensan en la última vez que se bañaron y cocinaron. O en las sonrisas y las compras que harán al salir. Vivos, pero enterrados.

 

Fui a un entierro recientemente, el de mi papá para ser mas exactos.

Y-como todos sabemos-el momento mas triste es justamente ese: cuando vemos que la tierra cubre todo y no hay mas por hacer. Se terminó. No hay vuelta atrás. Y el saber que sobre esa misma tierra pronto crecerá pasto nuevo y la vida continuará.

 

Y allí estás vos, caso perdido. Irremediable ser. Enterrado. Enterrado vivo. Bajo el alud de tierra y piedras o de indiferencia, lo mismo da. Y no hay recursos y no hay tiempo y no hay voluntad. Desahucio y vuelta de hoja.  Eso o que sencillamente nadie quiso ver.

 

Y respirás entre el ripio y la ceguera ajena. Y podés gritar pero no sabés si alguien quiere escucharte. Enterrado vivo. Enterrado vivo y saberlo.

 

Saber que pasan las setenta y dos horas de búsqueda reglamentaria y no concebís que se abandone el esfuerzo y se declare el lugar como cementerio.

Saber que tenés setenta y dos horas para convertirte:  convertirte en cadáver y luego en semilla. Semilla enterrada. Enterrada para germinar y dar nueva vida.

Pero eso viene después: "hay que morir para vivir" cantaba yo cuando iba a misa. Y así cantamos todos mientras enterraban a mi papá. Y así cantarán las familias de los soterrados.

Morir. Es lo mas sencillo. Al fin y al cabo, la indiferencia pesa mas que la voluntad. Morir, pero no importa. Ya crecerá pasto nuevo. La vida continuará, es lo que debe ser.

 

Pero, ¿ y mientras?

¿Esperar la muerte y permitir que la indiferencia gane?

Gane porque "sos un caso perdido" y "no hay nada mas que hacer". O porque no hay tiempo y no hay recurso. Es mejor estar muerto. Muerto porque-como fantasma-sos invisible ante el ojo ajeno y la indiferencia es un alud.

 


No hay comentarios:

Publicar un comentario