sábado, 22 de agosto de 2015

Un vestido color bienvenida (concierto para piano)

La canción mas representativa de mi infancia entera es seguro esta. La escuchaste al menos mil veces en ese viejo tocadiscos que tanto atesorabas. Y allí estaba yo, recibiendo herencia musical a manos llenas y en formato vinilo.

 

"Ebano y marfil viviendo juntos en perfecta armonía como en las teclas de un piano, por qué-oh Dios-nosotros no?"

 

Allí conmigo estaba también Sir McCartney, tan sin gracia, robando la luz (como lo hacen los agujeros negros) que destellaba de los dientes tan blancos y sonrientes de don Stevie siempre Wonder -quien se suponía representaba el ébano en esta pegajosa tonada.

 

Y el mensaje era justamente ese: que el bien y el mal comparten lugar en los corazones. Que eso del Ying y el Yang aplica a todos los seres. Que en todos y cada uno de nosotros conviven la luz y las tinieblas.

 

Blanco y negro: como el tablero de ajedrez. Como las intenciones. Como las nubes a punto de tormenta.

"Ebano y marfil viviendo juntos en perfecta armonía como en las teclas de un piano, por qué-oh Dios- nosotros no?"

 

Y hoy entiendo que la respuesta es bastante sencilla: vos y yo no siempre vivimos en armonía porque-según cantan estos señores-toda paz trae su guerra.

Porque a veces estuvimos de acuerdo. Y a veces no.

Porque tomaste decisiones trascendentes mientras yo solo miraba.

Porque no supe cumplir con lo que pediste.

Porque te nececesité y no estuviste cerca.

Porque a veces yo era feliz y no te diste cuenta.

Porque te busqué y ya era tarde.

 

Y por hoy. Hoy que no se de qué color vestir mi corazón. Entre el oscuro ébano y el marfil hay tantos tonos. Y el daltonismo emocional me confunde.

Disculpame, no siempre me es fácil encontrar la emoción congruente al momento.

Pero claro, este leve letargo del alma es parte también de la herencia que hoy me dejás y acompaño al ritmo de esta canción.

 

Te confieso: me siento justamente como Stevie. Sonriente y moviendo la cabeza aunque el ritmo sea triste. Con la vista seriamente oscura pero un brillo innegable en el alma.

Y me está tomando tiempo esto de escoger el traje con el que he de despedirte. O con el que voy a presenciar tu bienvenida, ya ni se. Ni enteramente negro ni inmaculadamente marfil.

 

Abrazando un certero principio y aceptando un trágico fin.

Porque esta es una despedida. A partir de hoy la vida no será igual.

Porque también damos-ambos-la bienvenida a un nuevo despertar que inicia hoy. Y porque nos  abrazamos sabiendo que no habremos de olvidarnos jamás.

 

"Adiós, pues. Mi aflicción es tan oscura como el ébano pero te recibo con los brazos abiertos, amplios como el cielo marfil", pensé mientras me tallaba un precioso vestido color bienvenida y sonreía con tristeza. Un piano sonaba de fondo.

 

 

 

 



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