sábado, 8 de agosto de 2015

De lo que se dice (y no) en un solo minuto

 Hay algo fascinante en todas y cada una de las instituciones públicas. Y es que, no importando si nos toca ser residentes o simples visitantes, los viejos y atestados edificios nos reciben -todas y cada una de las veces- con melodías del recuerdo.

Voces apasionadas que cantan al amor y al olvido nos acompañan mientras se nos pica el hígado por la espera, la ineptitud y lo engorroso de la burocracia.

 

Hoy no fue la excepción. Y ha de ser por eso que-muy en el fondo-disfruto de los diez minutos de visita que tiene mi viejo en el hospital.  Y la alegría viene de un gastado radio a pilas que permanece asegurado a un obsoleto tubo de oxígeno con un montón de masking tape mal enrollado. Obsoleto pero con el sonido y la acústica de una orquesta vienesa. Las condiciones tan deplorables de hospital tan público y tan tercermundista no le han robado ni un ápice de dignidad.

 

Y así mismo está mi viejo. "Pocos pelos, pero bien peinados", como dice siempre. Con sus ojos casi verdes perdidos en el piso casi blanco. Con las muñecas enrolladas en un material extrañamente parecido al masking tape mientras la bien amada Rocío Durcal se desgarra la voz de gorrión con aquella que dice:

"Jamás te dejaré, jamás, por nada: aunque no tengas pasado, aunque no tengas presente, aunque no tengas futuro".

 

Y pasado tenés, viejo. Es lo que tu edad amerita. Hiciste lo que quisiste. Hiciste lo que pudiste. Y con eso basta, quiero lo sepás. Si estas líneas buscaran juzgarte, entendé que no te iría tan mal.

 

Presente tenés también, aunque duela tanto.

Duele tu mala salud. Duele recordar cómo eras no hace mucho.

Y el futuro. Nada mas incierto que eso, no?

 

"Jamás te dejaré, amor, por nada". El jamás es una promesa que hacemos sabiendo no podremos cumplir. Vos y yo damos fe de esto. Somos tan buenos para prometer como lo somos para no cumplir.

 

Y puedo unirme al coro: jamás te dejaré. Es lo que me toca, no viejo?

Hay tanto de vos en mi que no me queda de otra. Y aquí estoy, pensando en que no puedo hacer otra cosa mas que estar. Estar y hacer como que no veo.

 

"Tienen un minuto mas señores y termina la visita" gritó la enfermera con su voz de hastío. Y, claro, cómo no estar harto de vivir si se te obliga a usar zapatos blancos con suela  de goma para patear a la muerte en el fondillo todos y cada uno de tus días.

 

"Te veo mañana, viejo. Solo queda un minuto..."

"Esa vieja-la Durcal-está tan estirada ya que si se carcajea se le aflojan los calzones. Se ha hecho tanta cirugía plástica que le agarran el pellejo con una tuerca en la nuca"-

"Eso les voy a decir a todos los que me pregunten por vos: que te ingresaste para estiramiento general"-"Puta. Para ser un bonito cadáver"-"Pasa así con la seño Rocío y aguas que vos sos mas malo que hierba: de esas que no se mueren nunca"-"Puta".

 

Un minuto. Tan poco tiempo y tanto que decirte.

Y si tenés prisa por irte, andate viejo. Ya te alcanzaré. Es mi destino.

"Y es que no hay nada que pueda separarnos y tu sabes por qué".

 

 



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