sábado, 13 de junio de 2015

De los besos que no se dan (parte I)

No era la primera vez que le sucedía, pero había pasado ya bastante tiempo desde la última vez que su corazón latía a ese ritmo.
Una cena cualquiera en un día cualquiera. Se la debían hace tiempo, había dicho el.
Ambos la sentían: esa impropia manera que tienen los ojos de delatarnos. Los ojos y la sonrisa. La sonrisa y los nervios. Y la urgente gana de tocarse. Pero no: esto era solamente una cena. Una cena cualquiera.

El hablaba. Hablaba de su empresa, de sus múltiples logros, de su vida. Ella escuchaba atenta. Escuchaba y miraba su boca.Esa boca que la obligaba a respirar pausadamente. Aun. Y digo aun pues habían pasado muchísimos años de ese único beso que se dieron. Único.

"De haber sabido que todo pasaría tan rápido, lo hubiera besado mucho mas"-se sorprendió pensando mientras lo miraba. Y, justamente, era eso (después de tanto) de lo único de lo que realmente se arrepentía. Besos. Había aún una buena porción de ellos guardados allí en su alma, pero ahora tendría que encontrarles un nuevo destinatario y esto era realmente lamentable.
Lamentable pues ella se había esmerado (como nunca antes) en hacer especial cada uno de esos besos-es decir-estaban hechos a la medida de la boca y del cuello y del pecho de él. Único, cada uno. Irrepetible, cada uno. A la medida, cada uno.

Con el postre llegó el turno de ella. Su trabajo, sus logros,su vida. Un par de bromas que hicieron que esa boca-boca tan deseada-estallara en sonora carcajada (y es que ella es así). Sorbió el último poco de vino y levantó la vista. Lo sorprendió con la mirada fija en su boca. "Joder. Hoy sí".
Y es que los ojos tienen una impropia manera de delatarnos. Sonrisa y nervios. Nervios y un abrazo de despedida que-según los convencionalismos sociales-fue demasiado largo y apretado.
El fue quien logró apartarse primero en un claro gesto de resignación. De lejos, le regaló media sonrisa. Sonrisa de esa boca tan deseada.

Ella dijo adiós con la mano. "No me atreví. Lo lamento"-murmuró, simulando él podría escucharla.
Adiós. Y esa noche concilió el sueño pensando en esa boca. Boca tan deseada y los miles de besos que aún le tenía guardados.


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