sábado, 16 de mayo de 2015

Vida de M (parte II) Mayo, mes de la madre y de cómo cumplo 16 años de ejercer la jardinería (una porra para mi misma)

"No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. Así que, por sus frutos los conocereis" lee el versículo. Y yo no puedo mas que sonreir. A veces-si me esfuerzo de verdad-puedo ser Ceiba, claro. Pero casi siempre soy Chichicaste. En el carácter, sobre todo. Y mis frutos. La jardinería no se me da (muy a pesar de mi genuina devoción hacia la genial Mrs. Martha Stewart), pero mi amiga Olguita me pedía sembrar las flores de su jardín. Que las que yo sembraba salían dobles, decía.

Y no puedo desmentirla. Dobles.

 

Quisiera escribir de cómo-después de tanto tiempo-he aprendido a ser la mejor madre del mundo. "Vean mis frutos", diría. Orgullosa como Pavo Real (chévere!). Pero, realmente creo que ustedes son publicidad engañosa para mis deficientes habilidades maternales.

 

Quisiera escribir una hermosa historia de cómo los esperé y de cómo me preparé para su llegada. No fue así.Ustedes, mis hijos, siempre han sido una sorpresa.

A los veintidos años me encontré con la enorme certeza de su existencia. Lloré. De alegría, de emoción, de incertidumbre y-sobre todo-de miedo.

Por varios meses viví combatiendo las hormonas, los antojos y el calor. No abundaba el dinero pero todo era emocionante. Y nuevo. Y aterrador.

Siempre supe serían dos caballeros, mi corazón me lo dijo. Y desde esa misma noche los soñé.

 

De esta época recuerdo que gasté mis arras matrimoniales en la tienda del barrio. Trece monedas de a Quetzal aun sin estrenar. Compré una docena de helados de coco y un chicle (la vida era mas barata en ese entonces) y me los comí todos-uno tras otro- en una calurosa tarde de marzo, sentada en el balcón que daba a la calle. Enmielada. Fue en esa misma tarde que escogí sus nombres. Nombres de caballero.

 

A veces pienso que estaba yo demasiado joven para hacerme responsable de algo (no digamos de ustedes dos). Otras veces pienso que la vida tiene su propio plan (que, gracias a Dios, resulta siempre perfecto).

 

Quisiera decir que el día de su nacimiento fue el mas feliz de mi vida, pero confieso que he tenido mejores. Ese día enfrenté la alegría de verlos nacer y la incertidumbre de morir. Pero Dios me habló por primera vez ese 20 de mayo de 1999.

"Vas lista para el segundo round, así que pilas", me dijo. "Falta mucho, mija".

(Sí, esas fueron sus palabras. Es que El y yo nos llevamos así). Y aquí estoy. Haciendo lo que puedo. Jardineando entre monte y flores. Chichicastes y Baobabs.

 

"Adiós mangazo, adiós guapura cachetes de melocotón"-me despedí al dejarlos en el kinder. "Mamá, por qué siempre nos decís nombres de frutas?"-preguntó enojado, apuntándome con esos ojazos verdes que me aguadan las piernas. Y es que ha de ser eso: dulzura, deleite, semilla, frutos. Machete en mano me doy una porra a mi misma: "Tal vez no soy tan mala para eso de la jardinería". Y sonrío.

(Continuará).

 




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