sábado, 4 de abril de 2015

De la Ley del Eterno Retorno (parte I) Semana Santa con Nietzsche y laJurado


No tengo mayores recuerdos de las semanas santas de mi infancia. A mi papá no le gusta el mar. Ni el calor. Ni las multitudes. Y estos tres disgustos son comunes a mi familia: no salir es la tradición.

Ni playa ni arena ni verano: a mi me dicen semana santa y pienso en las ventas de piscinas y demás chunches plásticos de la Aguilar Batres. En la zona 11, justo allí donde coincide la calzada con el Periférico. El colorido display, el olor a plástico asoleado. "Papá, compramos una de esas"-señalando la piscina mas grandota- "Va, pero la soplás vos"-"No aguanto"-"Entonces no". Y en la radio del viejo Toyota café sonaba-añadiendo fondo al momento que luego se convertiría en recuerdo- la voz de rumor de caracola de la Jurado. Como una ola.

"La que es, vuelve. Y vuelve con mas ganas" dice el popular dicho.
"Ley de Eterno Retorno" la llamó Nietzsche (si es  que nos queremos poner un poco mas filosóficos). Acontecimientos,  pensamientos, sentimientos, ideas que se repiten.
Va una, va dos, va vez tras vez, en el mismo orden, en un ir y venir infinito e incansable.Termina y empieza. Empieza y termina. Y va de nuevo.


Según este "eterno retorno", los acontecimientos obedecen las reglas de la causalidad. Linealmente, existe un principio del tiempo y un fin que vuelve a generar a su vez un principio. Nada de ciclos: los mismos acontecimientos se repiten en el mismo orden, tal cual ocurrieron, sin ninguna posibilidad de variación.El eterno retorno de lo mismo.

Mas allá del sentido cronológico del asunto, entendemos entonces que la repetición de lo sucedido no es mas que un horizonte de retornos infinitos. Eternos.

Y es justamente esta eternidad horizontal e infinita la que nos invita a apreciar la cotidianidad y disfrutar del sencillo placer de ser mientras nos confronta con la pregunta mas contundente de todas: ¿He hecho todo lo que está en mi para desear que mi vida se repita infinitas veces?

Nietzsche y la Jurado nos obligan a construir un nuevo compromiso con nuestras prioridades reales y a "crear un destino que seamos capaces de amar".
Amar y vivir. Amar y repetir. Así como hacen las olas.

(Continuará)




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