sábado, 21 de febrero de 2015

El amor en los tiempos de la edad adulta: los fantasmas de los amores pasados

Esta tarde de febrero me encuentra en el salón de belleza y con una revista de farándula en mano, pecado que solamente en este contexto me permito.
Amor. El tema parece estar impregnado en todo y en todos. Amor. Incondicional. Certero. Sabroso. Tanto que- como dice la canción- nos conformamos con "aunque sea un pedacito".

El titular (en rojo) lee: "Jennifer López escribirá un libro sobre su vida amorosa: lo que tres divorcios le han enseñado". No soy fan pero he de confesar que seguramente compararé el best seller. Dicen que mas sabe el diablo por viejo que por diablo. Tengo muchísimo que aprender de la señorita López, de su experiencia y valentía. Valentía pues esta mujer se enamora y sufre y va de nuevo. Una y otra vez.  Lo arriesga todo y lo toma de frente (a pesar de las apuestas en contra). Ama, tal y como debe de ser. Y, ahora, nos lo comparte. Aprender. Urge aprender.

Y, cierro los ojos. El calor de la secadora, el fuerte olor a acrílico quemándose y la lectura extra light  me sumen en un estado de letargo consciente que me tiene pensando en la Miss López, su valioso cúmulo de experiencia y el amor. Ella dice haber aprendido de su pasado. ¿Será que puedo decir lo mismo yo?

Siempre encontré fascinante la historia de Scrooge. Aquella en donde los fantasmas del pasado, presente y futuro visitan al mezquino hombre en la víspera de navidad. Y es que me fascina la posibilidad de confrontación que tienen nuestras propias experiencias si es que somos lo suficientemente valientes para permitirla.
Y justo allí, entre el lavacabezas y los mechones de pelo sobre el suelo y en plena víspera del día del cariño, me permití lo que Mr. Scooge: un minuto de confrontación.

Los fantasmas de los amores pasados se presentaron primero. Mariposas en la panza, miradas profundas, la emoción del primer beso. La inconfundible y certera sensación de túnel cada vez que el sujeto de nuestro interés se apersona. Y luego los adioses. Los largos minutos esperando una llamada que no recibí, las cicatrices. Los intentos, la frustración de saber que (de nuevo) he tropezado con la misma piedra, el largo tiempo perdido. Y los recuerdos. Muchos recuerdos. Estos son los que mas asustan. Asustan porque han dolido. Han dolido pero también han enseñado.

Y, entonces, los fantasmas de los amores pasados me recuerdan que cada lucha, cada derrota y cada desvío me han llevado a donde estoy hoy. Y es justamente hoy que recibo la valiosa lección: el pasado demuestra la enorme capacidad de amar que tengo. Amar incondicionalmente y sin medida. Amar sin miedo, valiente. Valiente como JLo.

Los fantasmas y el miedo se desvanecieron de pronto. He aprendido a amar. Tengo un corazón dispuesto. Mi pasado me lo enseñó. Queda en mí la sensación cálida y sabrosa del amor pasado y perdonado: mezcla de rectificación y agradecimiento. Y un fuerte olor a  shampoo herbal. Y, como todos sabemos, no hay nada mas sabroso que eso. (Continuará)


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