domingo, 9 de noviembre de 2014

#Then&Now


"El tiempo pasa, nos vamos poniendo viejos..."-la nostálgica voz de la Sosa suena al fondo y, de seguro, se me impregnará como tarareo mental por varias horas. Es domingo y hace frío.

"Una foto, patojos" en tono de orden pero con una súplica implícita. Click. Momento eternizado. Han pasado diez años exactos desde la última vez que visitamos este lugar. Diez años desde esa tarde lluviosa en la que repetí la misma frase con el mismo tono suplicante (sabrán que mis hijos no disfrutan de tomarse fotos con su madre. Y mucho menos si esto implica un abrazo).  

 

"Seguís igualita" comentó una amiga al comparar ambas fotos. "Será, vos? Na'h. Son tus ojos que me ven con cariño".

 

Igualita. No lo creo. Y es que en ese tiempo aun soñaba con lo quería ser "cuando fuera grande". Hoy, ese momento ha llegado. Sueños cumplidos o no, soy grande ya y ni modo. Hice lo que pude.

 

Hace diez años exactos tenía yo 27 y dos hijos de 5 cada uno. Y estoy segura que desde entonces,  no solo los números han cambiado.   Por ejemplo, dejé de usar el verde limón porque hoy me preocupan cosas como mi amarillento tono de piel y las arrugas (que aunque evidentemente están allí, procuro disimular).

Antes no usaba maquillaje y hoy (por algo que considero una cortesía básica con el prójimo) no salgo sin antes darme una manita de gato.Soy grande, sí. Pero no quiero se me note tanto.

 

En diez años exactos comprendí también que la Psicología no es un hobby o una carrera. Es una irrenunciable forma de vida. Y, más que un título colgado en la pared, es el corazón salvador, incontenido e hipercrítico quien nos delata. Se nace Psicólogo y no hay vuelta atrás.

 

Una década completa. Hoy duermo mas en paz. Ya no me preocupan tanto los "debería". Mis decisiones dejaron de medirse con la vara de "lo correcto".

Hoy anhelo, mas que riquezas materiales, tener los medios económicos y emocionales para cumplir mis sueños, aunque sea uno por uno.

Y las prioridades. Completamente diferentes. Antes buscaba destacar, "salir adelante", triunfar. Hoy anhelo padres sanos e hijos contentos.

 

Antes cultivaba mi intelecto. Hoy cultivo mi tolerancia.

Antes hacía dieta. Hoy trato de amar (o, por lo menos, no odiar) mi cuerpo.

 

A los 27 disfrutaba de la música alta, las multitudes y el desorden. Hoy son los cafecitos bien conversados, los libros bien leídos y los trabajos bien hechos.

A los 27 buscaba ser admirada y respetada. Hoy solo quiero respetarme yo. Y ser honesta cuando así sea requerido.

 

"...esa tremenda armonía que pone viejos los corazones"-canta la Sosa-y yo me persigno. Dios me guarde de perder el pleito que me obliga a avanzar.

Respiro profundo y hago esta ferviente oración, pidiendo que nunca me detengan la comodidad y la la indiferencia. Pidiendo que la razón no le gane jamás al deseo.  Que mi corazón no aprenda a hacerse el sordo. Y seguir amando a muerte. Amén.

 

Y es que no quisiera que, a pesar de avanzada edad y las décadas exactas,  se me acaben las ganas de vivir. (Continuará)


 

1 comentario:

  1. que lindas palabras, espero que dentro de 10 años yo pueda decir lo mismo.

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