domingo, 11 de enero de 2015

Cuando la fiesta ha terminado

Cuando la fiesta ha terminado y queda tirado en el piso el papel que envolvía los regalos, en la mesa las sobras de comida que mañana serán un manjar recalentado, el ronquido reparador de algún invitado que queda mal sentado en el sillón de la sala, el olor a pólvora quemada testigo de lo que alguna vez fue una celebración y el silencio post fiesta, tan profundo, desolado y tan anhelado por quien quiere ya un momento de paz.

Ese es justo el sentimiento de las 4:36 am en un año que recién empieza.

Papel, sonido y olor a quemado.

 

Y es justo así que inicia este año para mí. El olor a pólvora quemada es, entre las mas finas fragancias, una de mis favoritas. Ese y el de la tierra mojada. El que está sentado en el sillón roncando es mi viejo, en esas desde las nueve. Aun no se entera del año que estrena.

El papel de regalo en el suelo me recuerda a las navidades pasadas, en las que mis hijos (hoy adolescentes) esperaban con ansia sus regalos. Eso terminó para nosotros ya. Hoy Santa no es mas que una tienda virtual y la cara resignada que hacen al recibir un regalo soso como los que damos las señoras: una mochila para el colegio, un par de pantalones de lona para estrenar, una toalla de baño con diseño "juvenil". Para mí, esa señora de regalos sosos era mi abuelita. Contaba siempre yo con varios pares de calcetas caladas, de esas que llegan hasta la rodilla, primorosamente empacadas en papel navideño y una tarjeta hecha a mano. Cumpleaños, navidad, comunión: "Felicidades, coneja".

 

Son casi las cinco de la mañana y mi primer pena del año es limpiar. Que todo quede en orden de nuevo, hacer como que nada pasó. Y la verdad es que ocultar el caos no es algo que me preocupe. Es un reflejo aprendido, seguro. ¿Y qué si hay desorden? ¿Y qué si hay platos sucios?. Limpiar. Ordenar. Como que nada pasó. Y hacerlo en silencio, los invitados duermen aún.

 

En el fondo, la voz desgarrada de la Winehouse. Que en paz descanse. El año viejo y la vida de la Amy y mis fuerzas, por hoy, están en las mismas: mas que muertos. Todo terminó ya.

 

Hay cierta nostalgia en este final pero, sobre todo, hay un indescriptible sabor a paz, a cansancio y a certeza. Decido saborearlo, puede no volver a pasarme jamás. Todo terminó ya. Hice lo que pude. Y un poco mas. Estuvo alegre. Aprendí, disfruté pero no sé si me animo a hacerlo de nuevo. Es alegre, pero luego toca limpiar el desorden. Un respiro acompañado de un momento de silencio. ¿Será que, en serio, no me animo a hacerlo de nuevo?  Que pase un tiempo. Que se me olviden las implicaciones del caso. El otro año. Estoy segura de que si me convencen: me animo. Pero por hoy, estoy.  Estoy y bastante cansada. Pero ya pasó. Otro respiro (esta vez mas profundo) y cierro los ojos. Reflexiono mientras escucho los ronquidos de mi viejo y el ladrido del perro y el café que se calienta. Todo terminó ya.

 

Sigo pensando en lo que fue, lo que debería haber sido y comparo ambos escenarios: hice lo que pude.  Minutos después logro abrir un solo ojo: uno solo para asegurarme de que el sol está por salir.  Hola. Hola 2015.


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