miércoles, 23 de diciembre de 2015

La del día siguiente.

La Carrá se contorsionaba en el escenario. Calzones rojos, botines y gorro navideño. Y vos viendo la tele. "Para el otro año te consigo una mamá igual a esa, te parece?"-"No"-sin verte, sentada en el piso, mientras peinaba a mi Barbie nueva."No te gusta, cone?"-"No. Pero me gusta cómo baila. Cómo hace para hacer todas esas vueltas?"-"Dale un par de tragos a tu padrino, vas a ver que las hace en la punta de una aguja". Ambos se carcajearon. 

"No chingue, compadre"-mientras metía la mano en la bolsa de maní japonés. Y mi papá-siempre generoso-le servía otro tarro bien frío. 

 

Eran así los días siguientes a la navidad, año nuevo y cumpleaños. Los días siguentes eran la verdadera celebración con vos. 

Los litros de cerveza, el maní japonés y el compadre. El compadre y los discos de vinilo: la Carrá, Blades, Emannuel y José José. 

 

Las charlas de política, de exilios, de sueños. El eterno brindis: "Por una sociedad sin clases, como la soñamos Marx y yo". 

Las mismas anécdotas de siempre. Las tapitas de Gallo sobre la mesa. Y las carcajadas. Son todas estas,viejo, las herencias que me dejaste. 

Todas bien guardadas en este corazón de niña. Niña que te observaba. Te observaba y aprendía a celebrar hoy y celebrar mañana, porque la vida se resume a estos momentos en los que nos carcajeamos.  

 

Carcajadas y retornos. Retornos porque me veo esperándote todas las tardes al regresar del trabajo. Trabajo que siempre implicó largas distancias, sudor y empeño. Nunca importó si eras el mecánico, el asesor de Estado, el peón, el escritor de horóscopos o el manda más. Siempre fuiste ese hombre de botas enlodadas y casco industrial que regresaba al final de la tarde silvando mientras cruzaba el umbral de la puerta. "Que me trajiste?"-"Mirá entre el ataché. Ya te sabés la clave". Todos los días. 

 

Ya no te espero y tampoco he vuelto a ir a esa casa, casa que hace tiempo dejé de llamar mía. 

Tengo miedo a lo que encontraré. O a lo que no voy a encontrar. 

Miedo a que la nostalgia me gane, miedo al sentir. 

 

Pero te prometo algo: hoy, voy a comerme una bolsa entera de maní japonés escuchando a la Carrá. Bolsa entera. Y la voy a llamar "la del día siguiente". 

(Continuará).


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