Mas que a Emetra, mas que a la SAT y mas
que al pecado, le huyo a las deudas.
Será porque soy olvidadiza e
irresponsable.
Y, encima, re miedosa al compromiso. Y porque DETESTO los cobros
y sus implícitas persecuciones.
Así que me extrañé muchísimo cuando empecé a
recibir notas de cobro del Banco de Chile a mi correo. De eso ya hace un par de
años.
Después de un poco de research, comprendí. Ella se llama Ximena Fuentes y
vive en Atofagasta. Tiene 49 años y, aparentemente, no es nada organizada con
su pisto (hecho que, creo, ha de venir implícito con el nombre...). Me
molestaba mucho recibir los cobros: del banco, de las cuotas de su carro, de
sus proveedores. Finalmente la encontré en Facebook, le escribí y hasta se
disculpó. Compartimos un par de bromas alguna vez. Y, de pronto, le perdí la
pista. No mas cobros (que bueno por ella, pensé). Hasta hace un par de meses.
Me sorprendió ver que estos nuevos cobros los emite el Instituto Nacional del
Cáncer. Le piden que pague el tratamiento de quimioterapia al que se sometió el
año pasado. Y ella no responde. Y me genera el sentimiento más extraño que he
tenido en mi vida. Yo que, en nuestra última plática electrónica, había
bromeado con ella sobre el hecho de que nuestra historia parecía película de
Hollywood. Ella escogió ser interpretada por Merryl Streep. Yo escogí a Natalie
Portman (aguanten). Hoy, le pido a Dios este no sea el final de la película.
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