Viaje madrugador con rumbo a las
Verapaces.
Traje de vuelta ojos llenos de verde, celajes y una valiosa lección
sobre la autonomía y el amor.
Para variar, escucho la conversación de dos
mujeres indígenas sentadas en el asiento delante del mío. "Usted cree que
ese pisado la quiere porque le compra cosas bonitas a usted. Pero usted no sabe
nada" -enfatiza mientras se mete un chicle a la boca-.
"Si así fuera
eso del amor, a mí nadie me quiere, diría usted. Pero eso no es cierto. Yo me
quiero a mí misma y me compro mis propias babosadas yo. Y, así, es como mejor
me he sentido en mi vida, viera" -sonríe satisfecha mostrando su diente de
oro mientras infla y revienta una bomba verde con olor a menta-.
Yo sonrío
también y me permito soñar con un país mejor para nosotras. Feliz día, pues,
mujeres (autónomas o no).
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